lunes, 10 de octubre de 2011

El evangelio falso: No hay un cambio de conducta ni de opiniones

L. R. Shelton, Jr.

1921-2003

“Fe muerta”

El nuevo evangelio que hoy ha surgido, le permite al hombre seguir viviendo la misma vida impía e incrédula de antes a la vez que profesa ser cristiano. A pesar de la vida pecaminosa que lleva y a pesar de la condición perversa de su corazón, mantiene un cierto cascarón o forma externa de religiosidad. Es posible que hasta asista a los cultos, que lea su Biblia, que participe de la Cena del Señor, y hasta enseñe en la escuela dominical o predique en el púlpito –pero no posee nada real o vital porque Cristo no está en él. ¡No ha habido ningún cambio vital en su corazón por obra del Espíritu Santo!

¿Te das cuenta que este evangelio nuevo niega el poder de la gracia de Dios para romper el poder del pecado en la vida del pecador a través de la salvación y para mantener al alma redimida en el camino de la justicia y de la santidad auténtica? Por el hecho de no conocer este poder, el cristiano carnal se rinde ante la lascivia de la carne disfrazada de “libertad”, y sigue produciendo los mismos frutos de la carne que producía antes de manifestar su decisión de seguir a Cristo o de hacer su profesión de fe. Su profesión de fe no es más que una delgada capa, un endeble revestimiento de cristianismo, no posee el poder vital, dador de vida, que libera al pecador para seguir a Cristo en una vida de renunciamiento y santidad.

“La fe sin las obras es muerta” (Santiago 2:26). Nuestro Señor le dijo a la iglesia en Sardis: “Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto” (Apocalipsis 3:1). Efectivamente, el cristiano carnal todavía está espiritualmente muerto, y aunque su pastor trate de llevarlo al cielo con su pura predicación ante su ataúd, ¡va a parar al infierno! Éstos son los que Pablo describe en 2 Timoteo 3:5: “Tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”. Los que enseñan este evangelio falso nada saben acerca del poder de nuestro Dios todopoderoso para salvar, romper el poder del pecado y librar al alma cautiva, de modo que ande en una vida nueva en Cristo, la cual es una vida de santidad. Por eso, sus convertidos producen los mismos frutos que se mencionan en los versículos anteriores de 2 Timoteo 3, a saber: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”.

Frutos del verdadero evangelio

Primero, vemos que los frutos que produce el verdadero evangelio en el corazón del hijo de Dios, se manifiestan cuando los comparamos con la semejanza de Cristo. El poder del evangelio obra en la vida del creyente que se ha arrepentido y ha creído, y, en consecuencia, esto lo ha librado del poder y la tiranía del pecado y ha producido en él, el reinado de justicia. Debido a esto, el alma redimida puede andar en una vida nueva por medio del Espíritu Santo que mora en él. El hijo de Dios es transformado a la semejanza de Cristo cuando el Espíritu Santo produce una vida cambiada de santidad, y, por consiguiente, esto lo separa de la vida de pecado, y lo aparta para el uso de Dios. Todo esto es efectuado por el poder del Espíritu Santo, que se denomina santificación progresiva (2 Corintios 3:17, 18). Vemos ahora que el fruto del Espíritu Santo es producido en el alma redimida tal como lo describe Gálatas 5:22; “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”. También, por su poder divino se le conceden “preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1:4). Y el poder de Dios nos guarda a cada uno por medio de la fe para salvación hasta el momento en que nos lleve a estar con nuestro Señor para siempre jamás (1 Pedro 1:4).

Ya ves, todo lo que necesitamos para toda la eternidad lo recibimos en Cristo, y la fe recurre a la Palabra de Dios que es fiel y vence diariamente al pecado, a Satanás y al mundo: “Antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37). ¡Tales son los frutos producidos por el verdadero evangelio en el corazón de los hijos de Dios!

Su comportamiento es incorrecto

Consideremos ahora los frutos de los que han sido engañados por el evangelio falso del cristianismo carnal según los describe 2 Timoteo 3. Primero, veremos que su comportamiento es incorrecto. Segundo, veremos que sus opiniones son erróneas. Y, tercero, veremos que hasta sus afectos son erróneos. El versículo 1 nos dice: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos”. Luego, los versículos 2-4 nos describen los frutos de este evangelio falso del cristianismo carnal. ¿Cómo lo sabemos? Porque en el versículo 5 aparecen estas palabras sorprendentes acerca de las personas que los versículos anteriores describen como teniendo una “apariencia de piedad”, pero que niegan su eficacia. Y nos amonesta que los evitemos.

Sí, parece raro que se utilice una palabra como piedad en relación con la clase de persona descrita en estos versículos, hasta que nos damos cuenta que el Espíritu Santo se está refiriendo a los que tienen sus nombres en la lista de miembros de alguna iglesia. ¡Tienen una “apariencia de piedad” pero son paganos disfrazados de cristianos! Por lo mismo, vemos que su comportamiento es incorrecto.

“Blasfemos”

La Biblia dice que son blasfemos, es decir, su manera de hablar es abusiva y sucia. ¿No describe acertadamente esto la manera de hablar en nuestra época? ¿No abundan las palabras groseras entre los que afirman ser salvos? ¡Sí, oímos por todas partes mentiras, blasfemias y malas palabras dichas por supuestos cristianos! ¿Revela esto la verdadera condición de muchos corazones? ¡Sí, porque “de la abundancia del corazón habla la boca”! (Mateo 12:34). Cuando nos salva, el Espíritu purifica nuestro corazón, librándonos de ser blasfemos.

“Desobedientes a los padres”

Luego se describen como desobedientes a los padres. Nunca hemos vivido en una época cuando haya abundado tanto este pecado. Efectivamente, es evidente por todo el mundo. Los niños y jóvenes no hacen caso al quinto mandamiento que dice: “Honra a tu padre y a tu madre”, ni escuchan el consejo que Pablo nos da en Efesios 6:1-3: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”. No obstante, cuando los niños y jóvenes rebeldes contra sus padres manifiestan haber aceptado a Cristo, les dicen que son salvos, por el mero de haberlo manifestado.

Quiero decirte algo aquí mismo: que ningún niño o joven así es salvo, sino que está perdido; porque cuando Dios salva a un alma, rompe el poder del pecado y el espíritu de rebeldía en su corazón y en su vida. Y Dios no salva a los niños en una forma distinta que a los adultos y ancianos: siempre lo hace por medio de su Espíritu Santo. Éste los tiene que despertar para que vean su condición perdida, porque Cristo vino a salvar lo que se había perdido. Por eso tengo que advertirte y decirte la verdad con amor: Cada niño y joven que Dios ha salvado, ha recibido el espíritu de obediencia.

“Ingratos”

Luego vemos en nuestro texto que estos convertidos al cristianismo carnal son “ingratos”. Este siglo se caracteriza por la ingratitud, y ésta se manifiesta aun entre los que profesan ser salvos. La mayoría de los que profesan ser cristianos en la actualidad no reconocen ni la bondad de Dios ni del prójimo, y no valoran nada. Mientras todo les vaya bien no les importa Dios; en cambio, le echan la culpa cuando algo les sale mal. Este es un pecado que caracteriza nuestros días. ¿Por qué existe esto entre los supuestos cristianos? Porque han negado la eficacia del poder de Dios en la salvación para romper el poder del pecado. Han predicado y escuchado un evangelio que los deja pecar, pero no han escuchado el evangelio de gracia de Cristo que enseña la liberación de la esclavitud del pecado y de la muerte.

Ser agradecidos es un fruto del Espíritu y debe ser una práctica del pueblo de Dios cada día y cada hora. Tenemos mucho por lo cual darle gracias a Dios. ¡Nuestra vida está llena de una liberación tras otra, de una orientación providencial tras otra, lo cual debería hacer brotar oraciones de gratitud a nuestro Dios viviente! El Señor nos exhorta a dar “gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18). “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre” (Hebreos 13:15). Así, pues, la ingratitud es un fruto de la carne que caracteriza al hombre carnal.

“Impíos”

Otro vocablo que aparece aquí para describir el fruto de los que sostienen esta doctrina falsa del cristianismo carnal es la palabra impíos, que significa irreverentes. Sin lugar a dudas, esta es una de las características más preponderantes de estos últimos días. Una irreverencia hacia la Biblia, hacia Cristo, hacia Dios y hacia todo lo sagrado. Todos estos son tema para muchos chistes, y algunos supuestos cristianos son los que más se ríen de ellos. ¿Por qué? Porque no tienen ningún concepto de lo que es el pecado, ni aman a Dios, ni a su Palabra ni a su Cristo. Todos tienen una apariencia de piedad pero han negado rotundamente la eficacia del poder de Dios en su evangelio para salvar, liberar y guardar del pecado. Por otro lado, si hay una palabra para caracterizar a un hijo de Dios, es la palabra “santo”, o sea una persona santa, que está siendo transformada a la imagen y semejanza de Cristo. Esta es la razón por la cual Dios nos salva: para hacernos santos como Cristo (Efesios 1:4; Romanos 8:29; 2 Corintios 3:17, 18).

“Traidores”

La próxima palabra usada para describir el fruto de estos cristianos carnales es traidores. Esta palabra, aquí significa empecinados, o sea, aquellos que van a lograr sus fines, sin importarles lo que han prometido o el voto que han tomado. Van a seguir su propio rumbo sin importarles el costo, afirmando que el fin justifica los medios. Y, ¿a dónde puede ir uno hoy para encontrar un hombre que da su palabra y la cumple? Mi querido amigo, mi querida amiga: ¿cómo has cumplido esas promesas que hiciste al contraer matrimonio? ¿Has roto tus promesas y votos matrimoniales siendo infiel a tu cónyuge? El pecado del adulterio está descontrolado en al actualidad, y esto es romper los votos matrimoniales. Así que si eres culpable de este pecado, ¡estás marcado ante Dios como un traidor!

“Calumniadores”

La próxima expresión utilizada para describir el fruto de estos cristianos carnales es calumniadores. Esto describe a la persona que anda criticando a los demás, perjudicándolos sin intentar averiguar si lo que están diciendo es cierto o no. O podríamos llamarla chismosa, o sea alguien que comienza rumores sobre otro para su propia satisfacción. Pero mi amigo, ¡puedes estar seguro de que si ese es tu pecado tarde o temprano saldrá a luz! Dios aborrece al chismoso, y declara que castigará a los que siembran discordia entre los hermanos (Proverbios 6:16-19; Filipenses 2:3). A pesar de esto, los que enseñan este evangelio falso del cristianismo carnal afirman que lo que peca es sólo la carne: “No te preocupes, ¿acaso no manifestaste tu decisión de aceptar a Cristo?” Dicen: “Tu salvación es segura, y todo saldrá bien. Es cierto que quizá pierdas alguna recompensa del milenio o eternal, pero eso no tiene importancia, ¿no es cierto?” Pero Dios dice de semejante evangelio y de semejante gente: “a éstos evita”.

“Intemperantes”

También vemos en 2 Timoteo 3:3, que estos falsos profesantes son intemperantes, lo cual quiere decir sin dominio propio. Entonces, todo les es lícito: el licor, el vino, la cerveza, el sexo o los placeres: “Si quiero hacerlo, déjame hacerlo. Soy salvo y estoy bajo la gracia” o “Déjame desahogarme y perder los estribos, o dar rienda suelta a mi cólera, porque en realidad no importa ya que tengo libertad”. ¡Sí, la libertad para ir al infierno! Querido amigo, la libertad que Dios nos da es la libertad para andar en santidad; y el fruto contrario a lo que estos cristianos carnales intemperantes producen es el fruto del Espíritu llamado “templanza”. Esto es tener dominio propio, y conducirnos con mansedumbre y bondad.

“Crueles”

Además el texto describe a estas almas engañadas como crueles. Esto significa salvajes, especialmente con la lengua, causando heridas que quebrantan el corazón, destruyen las esperanzas y arruinan vidas. Pero, ¿cómo puede profesar ser salvo el que ataca a su madre o hermana o pastor encarnizadamente porque lo hayan contradicho? Si así es tu corazón y tu lengua, no eres salvo. Has sido engañado por el evangelio del cristianismo carnal y nada sabes de Cristo y su amor, porque el Espíritu Santo no ha derramado su amor en tu corazón. Necesitas nacer de nuevo, necesitas un corazón nuevo y una naturaleza nueva.

Cuando Dios te salva, rompe el poder del pecado en tu vida. Te da un corazón nuevo para amarlo a él y para amar a tus prójimos. Te da su naturaleza divina para poder adorarle en Espíritu y en verdad. Te da la mente de Cristo, para que sigas en pos de la justicia y la santidad auténticas. Te da su Espíritu para que more en ti, para que te llene y sobreabunde, y para obrar en ti la gloriosa y maravillosa salvación de Dios por la fuerza de su poder. Tendrás nuevos deseos, nuevas esperanzas, ambiciones nuevas y hasta una vida nueva. “Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Nos dice Tito 3:3, 4: “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias, y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador” dejamos atrás la vida anterior, y ahora andamos en vida nueva en Cristo Jesús. Ahora, por su gracia, sometemos nuestros miembros como instrumentos de justicia para Dios. ¿Por qué? Porque nos ha redimido por medio de su amor maravilloso, de su sangre y poder. Nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo amado, dándonos la libertad de seguir a Cristo en la libertad del evangelio de gracia. ¡Ahora tenemos un cántico nuevo y una alabanza nueva para nuestro Dios, quien nos ha sacado del fango del pecado y nos ha dado odio por el pecado y por nuestro yo, por el mundo y por Satanás, y nos ha colocado sobre la Roca, Jesucristo!

¡No te dejes engañar por el dios de este mundo creyendo que puedes ser acreedor al cielo mientras permaneces ligado a tus pecados y a tus costumbres aborrecibles! Tu única esperanza, si aceptaste este evangelio falso, es hacer frente honestamente a tu verdadera condición y, arrepentido, deponer tus armas de rebelión y volverte a Cristo con fe, rogándole que tenga misericordia de tu alma eterna, por los méritos de su obra redentora en ti.

“Traidores” e “impetuosos”

Otro de estos frutos del cristianismo carnal en 2 Timoteo 3 es traidores. Esto significa que el que profesa ser religioso pero no es convertido, es traicionero, no es digno de confianza y no respeta la verdad, y, por lo tanto, niega la verdad de la gracia redentora. Esta palabra describe a los que no tienen ningún sentido de lealtad hacia Cristo, ni hacia su causa, ni a su evangelio verdadero, ni a su iglesia (su pueblo verdadero). Sólo son leales a su “yo”.

La próxima expresión es la palabra impetuosos, que significa obstinados, temerarios; son los que siempre quieren hacer lo que se les da la gana. ¡Aquí vemos una vez más el resultado del falso evangelio de cristianismo carnal, que dice que esta clase de persona es salva! Es la que toma las riendas y hace caso omiso a lo que es justo, a los derechos de los demás o a las consecuencias de sus acciones. Lo más importante, es que se haga todo como él quiere, cueste lo que cueste. ¡Cuántas personas impetuosas hay en la cristiandad hoy, quienes nunca tienen en cuenta a Dios en sus vidas! Su voluntad nunca ha sido quebrantada, y nunca han confesado su culpa por su condición delante de Dios. Por lo tanto, nada saben de Cristo y su salvación.

¡Qué cuadro tan penoso muestra 2 Timoteo 3 al enunciar los frutos que proliferan en la actualidad, que son producidos por este evangelio falso del cristianismo carnal anunciado desde tantos púlpitos! “Con tal que hayas tomado tu decisión, con tal que hayas pasado al frente cuando se extendió la invitación en el culto, y le hayas dado la mano al pastor, o con tal que te hayas hecho miembro de la iglesia, o aun si levantaste la mano para que oraran por ti o si recitaste la oración del pecador, ahora todo está bien y puedes estar seguro del cielo, no importa la vida que lleves de aquí en adelante”. ¡Y el poder del pecado no está roto, así que puedes darle rienda suelta a la naturaleza vieja porque no puedes hacer otra cosa! Oh, sobre qué fundamento falso confían las pobres almas, ignorando que no han puesto a Cristo como la piedra angular en sus corazones, ni el poder de Dios ha obrado nunca en sus corazones.

Sus opiniones son erróneas

Pero estas diez palabras y expresiones no son todo lo que se presenta aquí para describir al cristiano carnal inconverso. Hay más, y las describiremos diciendo que sus opiniones son erróneas. Efectivamente, si su comportamiento es incorrecto lo son también sus opiniones.

En primer lugar, vemos que su opinión de sí mismos es errónea. Según 2 Timoteo 3:2, son vanagloriosos, o sea que se jactan de lo que hacen y de lo que son. La palabra los identifica como orgullosos que se creen mucho, que están llenos de sí mismos y que se alaban a sí mismos. Al mundo le encanta esto, y lo aplaude, pero es justamente lo contrario a un espíritu semejante a Cristo, que es humilde, contrito, altruista y considera a los demás mejores que él.

Además, tienen opiniones erróneas porque son orgullosos. También les cabe la palabra “altivos”, porque describe a los que desprecian a los humildes. Hemos de recordar que el Espíritu Santo no está describiendo aquí al mundo, sino a los que han adoptado el cristianismo y dicen ser salvos, pero por sus palabras y sus hechos niegan el poder del verdadero evangelio para salvarlos. ¡Qué condición espantosa! Estas pobres almas engañadas “siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” de que son pecadores perdidos, indefensos y culpables delante de Dios. Siempre están leyendo libros, tratados y folletos sobre la vida cristiana o la vida del Espíritu, y siempre están leyendo sobre cómo vencer la depresión, las preocupaciones, el enojo y cómo llevarse bien con los demás. Pero nada les sirve porque nunca han llegado a conocer la verdad de que Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes (1 Pedro 5:5). No saben que son culpables delante de Dios como pecadores indefensos que sólo merecen el infierno.

Siempre andan de aquí para allá, investigan esta o aquella verdad o grupo, prueban distintos métodos, escuchan a este predicador y al otro, y aprenden todo lo que sea una nueva profecía, pero nunca pueden llegar a comprender que todos sus problemas proceden de un corazón duro y contumaz que no ha sido quebrantado. Están edificando su casa sobre la arena, y nada saben de Cristo, la Piedra Angular, que debe morar en sus corazones. Éstos nunca han sido regenerados por el poder del Espíritu Santo, nunca han nacido de Dios de modo que pertenezcan a la familia de Dios. ¡Qué cosa terrible, amigo, que te cuentes entre los que “siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad”!

Vemos también que sus opiniones son erróneas porque se los describe como infatuados. Están enamorados de sí mismos, totalmente convencidos de su propia importancia. Su vida es como la del fariseo en Lucas 18, puro “Yo, yo, yo, yo, yo, yo”. Efectivamente, en sólo dos versículos el fariseo declaró de cinco distintas maneras la elevada opinión que tenía de sí mismo. Su vida entera giraba alrededor del yo, y no de Cristo. Tal es la vida de los que se han dejado engañar por el evangelio falso del cristianismo carnal. Viven una vida egoísta, centrada en su “yo” y no en Cristo. Todo lo que hacen o dicen tiene la intención de centrar la atención en su ego.

Luego, vemos que la opinión que estas almas engañadas tienen de los demás se expresa en la frase: aborrecedores de lo bueno. Están en contra y hasta aborrecen a los que viven una vida santa en Cristo Jesús, a los que toman en serio y desean poner en práctica las virtudes enunciadas en Filipenses 4:8: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. Sí, es extraño, pero muy cierto, que los que quieren vivir piadosamente, padecerán persecución. ¿De quién? De los que profesan ser religiosos, pero nunca han sido salvos, sino que sólo tienen una apariencia de piedad. ¿Sabes por qué? Porque la vida del creyente santo condena al impío; el mero hecho de verlo se convierte en una reprensión contra su iniquidad. La pecaminosidad no aguanta tal santidad. Este odio hacia lo bueno, nace dentro de ellos, y sólo puede ser quitado por el nuevo nacimiento.

Aplicación

Pero aquellos que son nacidos de Dios son lo contrario, porque una de las características del verdadero hijo de Dios es el amor, el amor hacia los hermanos. “Sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos” (1 Juan 3:14). Y Juan agrega: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4:7).

¿Te ha dado el Señor un corazón nuevo para poder amar a Dios y a tu prójimo? ¿O estás envuelto en el evangelio falso del cristianismo carnal que te deja seguir produciendo estos frutos de la carne en el nombre de la religión? Ciertamente, el Espíritu Santo te ha dado en 2 Timoteo 3, un espejo en el cual mirarte, y mi oración para ti, si te has dejado engañar por este evangelio falso, es que al mirarte, te veas tal cual eres, y que, por la gracia de Dios escuches su Palabra cuando te dice “a éstos evita” , y que, arrepentido, te vuelvas a Dios.

Si reconoces que has sido engañado, pídele a Dios que ilumine tu entendimiento para poder verte a ti mismo como un pecador culpable delante de él. Luego, al ser iluminado tu corazón con la luz del glorioso evangelio de Cristo, te sentirás humillado delante de Dios al verte como Dios siempre te ha visto. Entonces dejarás tus jactancias, y comenzarás a clamar a Dios que te vista en la justicia de Cristo. También, mientras el Espíritu Santo obra en ti para, en su iluminación, mostrarte tu corazón, y para que te humilles delante de él, te hará que te detestes a ti mismo y al pecado. No sólo te dará odio hacia el pecado, sino que también te dará el anhelo de ser liberado de su poder y tiranía. Y luego, ¡alabado sea su nombre! Mediante su poder efectuará una transformación, cuando te acerques de corazón y aceptes con fe al bendito Señor Jesucristo en toda su obra de redención. Sí, por medio del poder de la sangre de Cristo tu vida será transformada, y lo mostrarás con un arrepentimiento auténtico.

Arrepentimiento es dejar atrás

Los pecados que antes amamos,

Y mostrar que de veras nos arrepentimos

Al no cometerlos más.

¡Que el Espíritu Santo obre en ti la maravillosa salvación por medio de su poder incomparable, y te dé nuevos anhelos, nuevas esperanzas, nuevas ambiciones y una vida nueva! (2 Corintios 5:17).